CONTENIDO:
Reseña histórica del Periódico El Norteño.
Editorial.
El Jardin Infantil Los Pitufos. Por Fernando Cervantes
Los mejores 11 alos de mi vida. Por Roberto Ramirez.
Armero - Alma Mater. Por Angel Martinez
A propósito de Mefistófeles no es mi nombre. Por Diana Quesada Labrador
Roberto Ramirez G, Ana Mercedes Villamizar y Andres Felipe Cubides Ramirez - Foto Diciembre 1984 Bogota DC.
RESEÑA HISTORICA DEL PERIODICO EL NORTEÑO.
Fundado y dirigido por Roberto Ramírez González en el año 1972, era una publicación al servicio del Norte del Tolima, con licencia de funcionamiento No 2226, el periódico era impreso en la Editorial La Noticia de Ibagué en una sola tinta.
El proceso de diagramación en esa época era bastante complejo porque se debían organizar todas los artículos palabra por palabra en lo que se llamaba linotipo (Máquina para componer textos tipográficos que fundía el metal de las letras de una línea completa de texto y facilitaba la composición). Este proceso generaba que se hiciera varias impresiones de prueba para revisiones de espacio, ortografía y redacción antes de ordenar su impresión final. Para el año 1984 el precio del periódico era $ 10 pesos pero la mayoría de los ejemplares eran regalados, el diario sobrevivía con la pauta publicitaria de empresas, juzgados, alcaldía y almacenes de comercio.
Siempre se caracterizó por ser imparcial en temas de política, crítico con las injusticias sociales y muy cercanas a las causas sociales. El subdirector del periódico era el Periodista Jorge Rojas H que vivía en la ciudad de Mariquita.
Salió de manera ininterrumpida hasta el mes de noviembre de 1985 año de la tragedia de Armero.
Desde hace 4 años sus hijos Claudia Mercedes, Roberto Augusto “CUCO” y nietas María Mercedes, María Alejandra y Silvana han querido rendirle un homenaje a su fundador y director Roberto Ramírez sacando el periódico los 13 de Noviembre. Se han tocado diferentes temas buscando mantener vivo el recuerdo de nuestro querido Armero en las actuales y futuras generaciones.
El Periódico El Norteño 2023, agradece infinitamente a las siguientes personas y empresas que con sus valiosos aportes y donaciones hicieron posible se cristalizara esta edición de manera virtual y física así: Seguros La Consolidada, Luis Fernando Leal, Miguel Ángel González, Liliana y Catalina González, y a todos nuestros columnistas por su vital aporte.
EDITORIAL.
Casa Familia Ramirez Villamizar ubicada en la calle 12 # 19- 21 Armero Tolima. Render elaborado por el Armerita por adopcion el Arquitecto Javier Diaz cel 3208088806.
EL JARDIN INFANTIL LOS PITUFOS
Frente a la casa donde vivíamos en Armero, en la calle 11 con carrera 19, había una magnífica casa que en una época perteneció a Jorge Manrique y Olga González de Manrique, quienes vivían allí con sus cinco hijos. En 1983, decidieron vender la casa e irse a Bogotá, ya que algunos de sus hijos mayores comenzaban sus estudios universitarios. El médico Eduardo Arteaga y su esposa Edith Zambrano la compraron con la intención de vivir allí en compañía de sus cuatro hijos: Luis Enrique, Claudia, Marcela y Andrea.
Edith había terminado su carrera en la Universidad Pedagógica de Bogotá como docente con especialidad en preescolar, pero no había tenido la oportunidad de ejercer su profesión. Un día, se puso a pensar que en Armero hacía falta un jardín infantil para niños de matrimonios jóvenes. Consultó con algunas amigas suyas y llegaron a la conclusión de que podía formar un grupo de unos quince o veinte niños entre las personas conocidas.
Ese mismo día, cuando Eduardo llegó por la noche a su casa, después de un día de trabajo en el hospital y en su consultorio particular, Edith lo invitó a sentarse en la sala para conversar sobre un proyecto que tenía en mente. Después de una larga conversación en la que Edith le manifestó a Eduardo todos sus planes, a él le pareció una magnífica idea, pues era la oportunidad para que Edith ejerciera su profesión.
Al día siguiente, ambos se pusieron a inspeccionar la casa para ver en qué parte podrían ubicar el salón y el área de juegos al aire libre. Como la casa era bastante grande, fue muy fácil tomar esta decisión. Lo que faltaba era el mobiliario, los juegos didácticos, juguetes educativos y material de arte. También pensaron que era necesario el transporte para algunos niños que no vivían cerca del jardín infantil, de manera que conversaron con un señor que tenía un pequeño microbús para recogerlos y luego dejarlos en la puerta de sus respectivas casas.
Edith era una persona muy querida y apreciada entre el grupo de señoras de Armero. De manera que reunió a un grupo de matrimonios jóvenes que tenían niños entre los tres y cuatro años y les comunicó sus planes con respecto al jardín infantil. A todas las señoras les pareció una excelente idea, y así logró reunir un grupo de quince niños y niñas.
Todo esto se le facilitaba a Edith porque la familia Arteaga era muy conocida. Eran socios del Club Campestre, del Club Rotario y Eduardo, como afamado galeno y director del hospital, era una persona muy respetada en Armero.
Se dio a la tarea de conseguir todos los elementos necesarios para hacer un jardín acogedor, donde los niños se sintieran como en su propia casa. Le puso por nombre de “Jardín Infantil Los Pitufos”;. Diseñó el uniforme de acuerdo con los colores de los personajes del cuento y, en enero, abrió las matrículas para iniciar los primeros días de febrero de 1984.
Teniendo en cuenta que nuestra hija estudió allí, recuerdo algunos nombres y apellidos de los primeros niños y niñas, con edades de tres y cuatro años, que dieron sus primeros pasos estudiantiles en el Jardín Infantil Los Pitufos. Fueron: Andrea Arteaga Zambrano, Andrés Felipe Cubides Ramírez, Sergio Melendro López, Catalina y María Isabel Payán Isaza, Carolina Quesada Ibarra, María Isabel Ospina Peña, Edgar Francisco Ospina Peña, Gretel Halblaub Leyva, María Carolina Cervantes Álvarez, y recuerdo dos niños más, cuyos apellidos eran Zárate Acosta y Guevara Cassalins.
Esta iniciativa de los Arteaga fue una solución para algunas familias como la nuestra, al poder darle un excelente inicio a la educación de nuestros hijos. Con profundo pesar, tengo que concluir esta crónica recordando que, por cosas de la naturaleza, fue precisamente al terminar el segundo año del Jardín Infantil Los Pitufos, el 13 de noviembre de 1985, cuando desapareció Armero.
Fernando Cervantes del Portillo .
"Los 11 mejores años de mi vida".
“Hay amigos, hay familia y luego hay amigos que se convierten en familia”.
En este corto escrito quiero rendir un homenaje a todos los directivos, profesores y compañeros que me aguantaron durante los 11 mejores años de mi vida. Con el paso del tiempo entendemos que los amigos de colegio serán para toda la vida.
No recuerdo si pase por el jardín infantil, en mis recuerdos no existe esa fase en mi proceso de formación educativa. Inicio con mi primer recuerdo:
Colegio Maria Auxiliadora. Lo recuerdo con mucho cariño dirigido por la profesora Evita de Nieto. Una profesora muy curtida, con muchos años de experiencia, con sus gafas grandes y vestidos oscuros, era hermana del famoso profesor Nieto. Quedaba por la calle 8ª con Carrera 15 diagonal al Colegio Carlota Armero. El Patio de la casa tenia un enorme altar de la Virgen Maria y semanalmente se le rezaba a la virgen, el colegio se ubicaba en circulo alrededor de la imagen, fue mi primer contacto directo con la religión. No puedo dejar pasar por alto sus famosos desfiles por el centro del municipio cuando eran las primeras comuniones. Muchísima gala. Niños con camisa con boleros y las niñas llevaban algo en la cabeza que se llamaba “Cachirula”. Según mis cálculos debí estudiar aquí 2 años.
No se el motivo con exactitud pero creo fue porque cerro el Colegio maría Auxiliadora y pase al Colegio Infantil Divino Niño. Dirigido por “Miss Diva Ortiz”. Un colegio con entrada por la carrera y por la calle. Miss Diva era una bella mujer de tez blanca que siempre estaba muy elegante y tenia una amplia sonrisa. El colegio quedaba en la carrera 14 con Calle 12 diagonal a la oficina del Dr Noel Diaz Zarate. Tengo un triste recuerdo, la violencia toco el colegio en esa época. Fue secuestrado y asesinado un muchacho que se llamaba Gentil Rodríguez QEPD. La verdad este evento me impacto mucho. Como olvidar las famosas “casi rutas escolares” de Consuelito de Diaz en su poderoso Jeep Willys Modelo color Gris con parrilla atrás, sin puertas pero con un espectacular caballo cromado en el frente del vehículo y un poderoso pito. Muy puntual recogía y llevaba los niños en ese calor sofocante de las 12 del día. Según mis cuentas logre estudiar aquí 3 años.
Posteriormente aparece en mi vida un nuevo cambio y llego al Colegio Pablo IV. Ubicado en la calle 12 con 21 enseguida de la casa de José Luis Cortez el Notario y frente a la casa del Profe Edgar Efren Torres. Era un Colegio tipo campestre, tenía unos salones abiertos para evitar el calor, y unos arboles de mango en sus amplios patios. Era dirigido por una santandereana que se llamaba Amelia Amalia y la cual a pesar de tener dificultades para su movilidad (usaba muletas y Silla de ruedas) esta señora era muy activa ye tenia el control total del colegio. Este Colegio era nuevo y estaba presentando papeles para su aprobación y acreditación ante la secretaria de educación del Tolima. No tengo claridad que sucedió, pero el Colegio Pablo IV no pudo seguir funcionando y esto obligo a que los padres de familia tuvieran que hacer una reunión de urgencia con la secretaria de Educación para definir nuestro futuro y situación. Terminamos presentando exámenes de validación con un Colegio de Honda para poder buscar un nuevo colegio. En este colegio creo debí estudiar 2 años.
Finalmente después del periplo por diferentes colegios llegue al Colegio Americano de Armero que pertenecía a la Iglesia Presbiteriana Cumberland que es una entidad cristiana que cree y confía en Cristo para la salvación. Es evangélica porque la fe en Cristo está basada en las enseñanzas de los evangelios bíblicos no en filosofías de hombres. La verdad nunca me sentí forzado por el colegio para aceptar su religión, fueron muy respetuosos en ese aspecto. Un primer párrafo para recordar a los que fueron sus rectores en mi época. Jorge Medina estricto y amante del deporte. Graciela de Raghib hermosa mujer, elegante y sin dudarlo el amor platónico de muchos jóvenes de mi generación y Finalmente a Don Vicente creo fue el último rector, que con su cara de serio pero escondía un hombre tranquilo, analítico, amable, de pocas sonrisas pero muy organizado. Las anécdotas muchísimas, recuerdo los trabajos de manualidades en la casa de la señora Gloria de Landinez que nos tenía una paciencia infinita, las clases de costura, clases de mecanografia con el teclado tapado, los muchos tapetes de lana que hice…. perdón hicimos con mi madre, los temidos exámenes impresos en el famoso “mimeógrafo”, los campeonatos de micro futbol del colegio, los partidos de baloncesto en la noche, mi primera sanción del colegio suspendido 24 horas por tener en mi poder dentro del colegio una revista con mujeres desnudas, mi lucha total contra la Química la cual no entendía y sigo sin entender nada, el viaje con mi amigo Aquileo Parra para acompañar al equipo de futbol del colegio a Ibagué donde jugo el partido preliminar al Deportes Tolima en el estadio san Bonifacio, la excursión de sexto en bus desde armero hasta la costa caribe, y finalmente mi grado como bachiller en diciembre de 1982. Finalmente quiero rendir homenaje a mis compañeros de colegio que ya se nos adelantaron en la vida y decirles desde aquí muchas gracias por su amistad y cariño: Colegio Divino Niño - Gentil Rodríguez, Colegio Americano de Armero Sergio Oliveros, Claudia Lamprea, Pablo Barón, Tito Mauricio Ascencio, Claudia Jassir, Daniel Naranjo y Omar Serrato. Si olvide alguno ofrezco mis excusas. A todos mis compañeros de colegio que están en dispersos en el mundo mil y mil gracias por hacer parte de este viaje que se llama la vida.
Cordialmente
Roberto Ramírez Villamizar
Armero - Alma Mater.
Que responsabilidad me da El Norteño al hablar sobre el profesorado del entrañable Armero. Lo haré desde la voz de mi corazón. Advierto, harán falta palabras para expresar todo lo que entregaron. Lo que aprendimos cuando éramos niños, adolescentes, con nuestros amigos y por supuesto, con estosprofesores. Tiempo de aprendizaje, ilustración y formación indispensable. Pasaron muchos Educadores, unos geniales y eternos, otrosni mucho. Y cuando se trata de Maestras y Profesores de Armero,un -Alma Mater-, sin duda, tuvimos los mejores.
¿De dónde viene mi gusto por la música? ¿Por cantar y expresar alegría? De la señora Chelita de Rojas, quien entregó luz y alegre sentido a la vida. Chelita nos enseñó a expresarnos cantando, con esfuerzo y a todo pulmón, con exaltación y profundo sentimiento. Ahora, seguramente maravillada de conducir un movimiento alternativo en todos nosotros.
¿De dónde el gusto por escribir, a pesar de tanto regaño y pellizco? De Carlota Varón. Ahora, seguramente maravillada del poder de redacción de sus alumnos. Destaco la sensibilidad y elegancia de poderosas plumas como la de Dianita Quesada & Margarita Castro.
¿De dónde el bienestar cuando practico algún deporte? Del Profe Pinocho. Solidario, sensible y bacán. Un entrenador superlativo. Advertía sobre la importancia de la actividad física. Un Maestro que todos quisieran tener a su lado.
¿De dónde mi alergia a las ciencias exactas? Del profesor Hugo Portillo. En esta clase aprendí más de terror que de matemáticas. Fue aquí, a los prematuros 17, que mis canas brotaron por montón. Un matemático temerario, inteligente y caprichoso. Disfrutaba ver a sus alumnos frente a una aterradora pizarra donde, no emitía ningún veredicto hasta que la ecuación se resolviera, así fuera con algún disparate. Con el profesor Hugo entendí que los milagros sí existen. Creo que nunca me encontró en su lista inquisitorial, o más bien, al ver mi abatimiento, conmoví su espíritu y nunca tuve que enfrentar su tablero lleno de garabatos.
Llegamos a ser buenos amigos, supe así que Hugo no tenía corazón de piedra y menos que fuera un temible inquisidor. En él existía un matemático sensible al amor de su esposa e hijo, a la Sonora Matancera, a la buena charla y a la cervecita helada.
Los sacerdotes Manolo, Rebellón y Campos. Por ellos entendí lo que un educador no debe ser. Y si ellos eran los representantes de una Santa Fe, entonces no quería ser parte de ella.
El sacerdote Saúl. Suaves modales y raciocinio sofisticado. Ahora que lo pienso, fue importante haber conocido la transparencia que alojaba Saúl en su corazón. En él, existió una convicción secreta, una esperanza, un ser humano. Él sí, un sumo director de Colegio.
Inés y Ligia Rojas Luna. En ellas el arte de la danza y lo autóctono. Representando al Nuevo Liceo, debuté con mis dos pies izquierdos por primera y última vez, a los 12 años. Fue en un programa de televisión llamado Tío Pepe, en Bogotá. Mientras bailábamos, el folclorista Misael Devia, junto a Calao, armonizaban “Danza de los monos” y “Guabina Trenzada” con ritmo de tambor y bambuco. La señorita Inés y la señora Ligia fueron de lo más grande como educadoras y promotoras culturales en Colombia.
Isabel Gutiérrez. Uy, de Isabelita hay tanto bueno que decir. El amor de Doña Isabel por la humanidad, es de resaltar. Siempre acompañando en la búsqueda de Dios, en ayudar, servir, nunca renunció a su verdadero sentido, magno y abnegado.
Edgar Ephrén Torres. Un profesor adelantado en tiempo y espacio, un obsequio del futuro. El profe Edgar, todo ciencia. Reformador, místico, especulativo, dinámico, afanado en descubrir la verdad en cosas desconocidas. El profesor Torres ha sido ejemplo e inspiración para muchos exalumnos como Pedro José Sáenz, Juan Cristóbal Botero, Fredy Gutiérrez, Marco Fabio Rivera “El Chivas de Guadalajara” y Juan Carlos Peñaloza “El Tato”, quienes fundaron en Armero/Guayabal, un nuevo Museo Arqueológico que llevará su nombre.
Igual que unos padres amorosos, a estos educadores les importaba nuestro lento y complicado crecer. Nos libraron de sucumbir, nos situaron sobre un camino evolutivo, apacible, y respetuoso. Nos hicieron reconocer que, pese a todo, la vida merece ser vivida y, al igual que la libertad, la dignidad humana debe ser inquebrantable.
Nos invitaron a considerar lugares comunes del entendimiento, la emoción, la imaginación, la conciencia y el intelecto.
Al recordar sus clases y formas de enseñar, serán siempre el refugio confiado en la vida de cada Armerita. Esas tempranas sensaciones que tuvimos y que ahora poco recordamos por entrar a la realidad del adulto; son, sin embargo, la plataforma original de la confianza que ahora gozamos. Es cierto que la fuente imperecedera del conocimiento está en los libros, en las ideas, en los sentimientos, en la espiritualidad, en la ciencia, en la vida misma; pero nada de esto serviría si esa información no culmina, con una definición esencial explicada y transmitida por aquellos que bien enseñaron, que entendieron el arte de ilustrar. Una comunidad entera respaldando el notable nivel académico en Armero, un universo de familias, testimonio vivo que da crédito sobre lo que nuestros Profesoras y Maestros profesaron. Llegaría el momento en que cada discípulo debe seguir su propio instinto y, quienes enseñaron, aparecerán orgullosos de haber participado en nuestra formación.
Para cada Armerita que tuvo el privilegio de aprender de ellos, son cimiento que a pesar del tiempo, viven confiados, flamantes y eternos en nuestras vidas: Chelita de Rojas, Isabel Gutiérrez, Elssy de Quesada, Duva Gutiérrez, Diva Ortiz, Edgar Efrén Torres, Nancy Navarro. Ligia e Inés Rojas Luna y Roberto Rodríguez, María Ignacia de Andes, Nery Parra, Amanda Oviedo Rodríguez, Manuel Villaquirán, Padre Saul, Misael Devia. Evita, Anita y Manuel Nieto, Hugo Portillo, Carlota Varón, jorge Medina, Pinocho, Rosalba Sánchez, Graciela de Ragif, Tirso Bernal, Camilo Posada, Padre Augusto Cardona, German Gómez.
Las instituciones que siempre estarán en nosotros: Carlota Armero, María Auxiliadora, Sagrada Familia, Nuevo Liceo, Colegio Oficial Instituto Armero, San Pio X, José León Armero, Divino Niño, Colegio Americano.
Sin más espacio en el Norteño, desearía seguir escribiendo sobre ellos. Los que con añoranza me hicieron falta por nombrar, mil disculpas. No deseo sacarle la piedra, pidiendo más espacio, al querido Roberto Augusto que por estos días anda envolatado. Armero al correr de los años, y a través de sus hijos, brillará cada vez con más intensidad en la perspectiva del tiempo y seguirá destacándose como cima que se eleva en la Tierra hasta tocar el Cielo.
ÁNGEL MARTÍNEZ T.
Desmotadora de Algodon.
VIVENCIAS ARMERITAS
Escribir para el Norteño en la edición de este noviembre del año 2023, no es una tarea, es un recordatorio sobre las vivencias de Armero, a la que en algún momento se le consideró la capital algodonera de Colombia, y se le denominó la “ciudad blanca” debido al auge importante del cultivo del algodón en toda la comarca y sus haciendas, con tierrras muy fértiles; lo que generó un impacto significativo en el desarrollo agroindustrial del municipio , desatacándose como un logro importante la creación de la Federación Nacional de Algodoneros, así como el establecimiento de una planta desmotadora que funcionó por varios años.
Toda esta pincelada de recuerdos ubica a Armero como pionera en el tema de generación de empleo; la migración de mucha gente de otros departamentos como colectores del algodón impulsó el crecimiento de la ciudad, lo que le permitió lograr un desarrollo social, empresarial, cultural, educativo, deportivo; conocedores de que tradicionalmente sus pobladores fueron agricultores por excelencia.
Quiero rendir homenaje a personajes que en mi óptica marcaron con su labor mis imborrables recuerdos.
En mi niñez disfruté, en época de vacaciones a mi abuelo paterno Federico Leal Casas en la labor del pago de los recolectores de algodón, quien en asocio con don Martin Delgado lo cultivaban en una parcela de su hacienda.
También recuerdo otros agricultores como don Manuel Tovar, Jesus Ramos, Manuel Oviedo, Libardo Infante, Carlos Coronado,y sus hermanos Efraín y Alfredo, así como Miguel Eduardo Naged.
Alrededor del tema de la agricultura y del emporio de la industria del algodón, ejercieron importante rol otros personajes como los dueños de los almacenes de los insumos; aquí resalto a mi primo Alfredo Darwish Salama Barreto.
Mención especial para mis parientes ingenieros agrónomos German Coronado Leal, Raúl Barreto Osorio y su hermano Dairo Barreto Osorio, quien en algún momento fuera director de la oficina seccional del ICA.
Finalmente, mi más profundo reconocimiento y admiración por la labor que desempeño durante muchos años mi padre, a quien cariñosamente le decía “mi cucho” Tito Leal Guzman; mi Viejo fué uno de los pioneros en la industria del “transporte de carga”; traían la carga de algodón recolectado en los cultivos, a la desmotadora, y luego transportaban la fibra procesada en pacas desde la planta hasta las fábricas de Coltejer y Fabricato en Medellín.
Quien no recuerda, de aquella época, la larga fila de camiones por toda la Carrera 18, que en muchas ocasiones llegaban más allá de la gasolinera de Chaco, entrada del club campestre e inclusive el Puente sobre la sequia.
Menciono otros colegas de mi papa: José Amhed Rojas, Gilberto Oliveros, Marcos Abril, Marcos Sandoval, Pedro Rojas, Armando Gomez, el sargento Molano, Fernando Osorio, Pedro Miguel Angarita y algunos otros, cuyos nombres se me escapan pero no sus recuerdos.
Con todo mi cariño.
Luis Fernando Leal
Miguel Angel Gonzalez.
A propósito de Mefistófeles no es mi nombre.
Por Diana Quesada Labrador
Este escrito no pretende ser una crítica literaria –¡no soy quien!–, solamente una invitación a leer un buen libro.
De mano en mano, finalmente llegó hasta mí la obra de nuestro querido amigo armerita Ángel Antonio Martínez Trujillo, introducida por su esposa Liliana y su hija Daniela con un prólogo que representa un gran aporte al texto.
Empecé así la lectura, con mucho entusiasmo, y la verdad es que me atrapó sin remedio. Ángel posee el don de la palabra y la hace suya con un estilo impecable.
En clave autobiográfica, el autor construye el personaje del Gato Martínez a partir de un inicio cósmico para sumergirnos después en sus primeros recuerdos y en su crecimiento a través del aprendizaje. Una búsqueda inquieta, rigurosa y honesta, que refleja una enorme conciencia de sí mismo, cuyo objetivo final es encontrar los designios de una espiritualidad elevada, una evolución personal. Un camino arduo, algo así como el recorrido titubeante del funámbulo que consigue el equilibrio concentrando la mirada en el punto lejano al que tiene que llegar, sin perder de vista el vacío abismal debajo de sus pies, la tensión de la cuerda, de sus músculos, el ritmo de la palpitación del corazón, la respiración profunda, lenta, el sudor del esfuerzo; la ingravidez del propio cuerpo suspendido en el aire, resistiendo a la adversidad, defendiendo suintegridad sin perder contacto con el contexto y la realidad que lo circunda.
Asimismo, Ángel enriquece la narración con ingeniosos e irónicos «avatar» que pueden «lanzar incómodas verdades a secas» o sabios consejos de vida válidos para todos: «¡Nunca se acerque a una cabra por delante, a un caballo por detrás y a este iracundo Gallo quiquiriquí, ni por delante, ni por detrás!», que despiertan en el joven Gato Martínez sentimientos contradictorios y mucha curiosidad. A través de ellos irá tocando temas personales como las relaciones familiares, la amistad verdadera y el fundamental encuentro con el amor. Otros eruditos maestros guiarán también el camino del protagonista en la transición a la edad adulta, como cuando el gato y Mefistófeles se confrontan y se abrazan.
El texto va creciendo en intensidad, tanto que me atrevería a decir que son varios libros en uno. Historiador y politólogo de formación, aquí Ángel recurre a ese bagaje para brindarle al lector la posibilidad de estudiar e investigar sobre temas fundamentales de la humanidad. Se trata de uno de esos libros que uno podría dejar sobre la mesita de noche para abrirlo de vez en cuando y regocijarse en sus páginas.
Los lugares en los que la vida lo va poniendo le permitirán al Gato desprenderse de lo banal y superfluo que podrían distraerlo de lo «esencial», ese elemento sublime que nos permite saber lo que somos realmente, el porqué y para qué de la propia existencia, y que nos aleja del quedarnos como simples testigos del maravilloso viaje de la vida a la vez que nos invita a ser los autores del tejido de la misma.
El porqué del título Mefistófeles no es mi nombre, en cambio, se lo dejo a ustedes; la respuesta la van a encontrar en su lectura.
En el entrelazarse de las vidas, alguna vez estuvimos cerca Ángel Antonio y yo, como esos caminos paralelos que se separan y se cruzan buscando su propio destino y más allá o acá se vuelven a juntar. Recuerdo bien a mi amigo, el muchacho aquel que llegaba al colegio con un único cuaderno enrollado entre las manos y un lapicero en el bolsillo del pantalón, misterioso, discreto y esquivo: un gato, tal cual. Un privilegio enorme reencontrarlo en los 540 gramos que pesan sus letras.
¡Buena lectura!
Angel Martinez y sus amigos.
"TURISMO DE NATURALEZA"
INFO: 3152078387. Manuel Portilla.
FOTOS, HISTORIAS, VIDEOS Y RECUERDOS DE ARMERO TOLIMA .
SOBREVIVI ARMERO. La historia del medico Juan Antonio Gaitan Anzola. VIDEO. Recomendado.
Fotos, videos y muchos mas recuerdos de Armero. LINK DE INGRESO.