Periódico El Norteño. año 2023. Armero Tolima, Colombia, América del Sur. "Y NO SE MUERE QUIEN SE VA, SOLO SE MUERE EL QUE SE OLVIDA" . Canserbero.

CONTENIDO:

Reseña histórica del Periódico El Norteño.

Editorial. 38 años esperando a que alguien nos tomara en serio. Por Francisco González. Director Fundación armando Armero

Hacienda San Francisco.  Por Martha Eugenia Urdaneta Gutiérrez. 

Armero fue, es y será tierra de promisión. Por Gustavo Prada Fernández M.V.Z.

La Recolección de Algodón en Armero en el año de 1969. Por Fernando Cervantes del Portillo.  

A quienes llegaron como premio a mi vida. por Ángel Antonio Martínez T.

Vivencias Armeritas.  Por Luis Fernando Leal.

Recordar es Vivir. Por Andrés Diaz Uribe

Hacienda MACUTE.  Por Juan Guillermo Perico Ordoñez

Todos los Deportes. Todos los Recuerdos. Baloncesto en Armero. Por Daniel Gutiérrez  M

Geoturismo. Por Manuel Portilla.   

El Recuerdo. Por Davis Felipe Morales.  

 

 

 

    Roberto Ramirez G, Ana Mercedes Villamizar y Andres  Felipe Cubides Ramirez - Foto Diciembre 1984 Bogota DC.  

RESEÑA HISTORICA DEL PERIODICO EL NORTEÑO.

Fundado y dirigido por Roberto Ramírez González en el año 1972, era una publicación al servicio del Norte del Tolima, con licencia de funcionamiento No 2226, el periódico era impreso en la Editorial La Noticia de Ibagué en una sola tinta. 

El proceso de diagramación en esa época era bastante complejo porque se debían organizar todas los artículos palabra por palabra en lo que se llamaba linotipo (Máquina para componer textos tipográficos que fundía el metal de las letras de una línea completa de texto y facilitaba la composición). Este proceso generaba que se hiciera varias impresiones de prueba para revisiones de espacio, ortografía y redacción antes de ordenar su impresión final. Para el año 1984 el precio del periódico era $ 10 pesos pero la mayoría de los ejemplares eran regalados, el diario sobrevivía con la pauta publicitaria de empresas, juzgados, alcaldía y almacenes de comercio.

Siempre se caracterizó por ser imparcial en temas de política, crítico con las injusticias sociales y muy cercanas a las causas sociales. El subdirector del periódico era el Periodista Jorge Rojas H que vivía en la ciudad de Mariquita.

Salió de manera ininterrumpida hasta el mes de noviembre de 1985 año de la tragedia de Armero. 

Desde hace 4 años sus hijos Claudia Mercedes, Roberto Augusto “CUCO” y nietas María Mercedes, María Alejandra y Silvana han querido rendirle un homenaje a su  fundador y director Roberto Ramírez sacando el periódico los 13 de Noviembre. Se han tocado diferentes temas buscando mantener vivo el recuerdo de nuestro querido Armero en las actuales y futuras generaciones.

El Periódico El Norteño 2023, agradece infinitamente a las siguientes personas y empresas que con sus valiosos aportes y donaciones hicieron posible se cristalizara esta edición de manera virtual y física así: Seguros La Consolidada, Luis Fernando Leal, Miguel Ángel González, Liliana y Catalina González,  y a todos nuestros columnistas  por su vital aporte.

 

EDITORIAL. 

38 años esperando a que alguien nos tomara en serio.

Alguien decía, la visita del Ministro es como la visita del Papa a Armero, cada uno le da la interpretación que quiera de acuerdo a sus necesidades espirituales, políticas, de arraigo o de construcción de memoria histórica. Lo único cierto es que a Juan David Correa Ulloa Ministro de las Culturas, las Artes y los Saberes hijo de la armerita Consuelito Ulloa se le ven ganas de ayudar y apoyar desde su cartera problemáticas que desde hace 38 años ningún gobierno ha querido apoyar. Algunas necesidades que se plasmaron en la ley 1632 o ley de honores de Armero, tema importante en esta reunión así como el más doloroso que son Los Niños perdidos de Armero.

Así las cosas, hoy 13 de noviembre estará escuchando a los armeritas, dando soluciones alrededor de estos dos temas tan cruciales. Vendrá acompañado de la Directora del ICBF, institución que siempre ha dado la espalda a la herida más abierta que tenemos: la investigación donde a través de ADN y una respetuosa investigación se logran reencuentros y que como la invisibilizan es bueno recordad que se llama : Niños Perdidos de Armero ¡Una causa que nos toca a todos !.

Como si fuera poco también estarán la Consejera Presidencial para los Derechos Humanos, porque también debe enterarse que en 1985 con los menores se pudieron a ver tipificado muchos delitos que los gobiernos no han reconocido. Otra persona clave que hará presencia es la Representante a la Cámara por el Tolima Martha Alfonso quien apoya desde su saber y corazón la ley de honores a Armero y con quien trabajaremos en la Ley de los Niños Perdidos de Armero.

Es verdad, se trata de un día histórico para los armeritas donde pasarán cosas muy positivas y reales. Nos reuniremos en el Colegio Jimenez de Quesada de 10 am a 1pm para realizar el Pacto por la Memoria histórica de Armero y Los Niños Perdidos.

Siendo un Gobierno que quiere hacer cambios contundentes y que está proponiendo ideas disruptivas y transformaciones, no puede dejar de desarrollar procesos tan importantes como la reivindicación de los derechos culturales de la niñez armerita enmarcados en la Convención de los Derechos de los Niños y las Niñas.

La niñez armerita al ser apartada de su familia, “esa primera comunidad que construye las bases culturales y sociales en la infancia”, perdió su identidad. También fue despojada de su cultura, de su memoria, afectando su formación integral y su arraigo por el territorio, es por esto que hoy, son colombianos que no encuentran su lugar. La investigación de los niños perdidos de Armero puede contribuir en la búsqueda de esas tradiciones perdidas, ya que a partir de los reencuentros entre los niños y sus familiares, se va tejiendo nuevamente esa memoria cultural colectiva.

También el Ministerio inaugurará la Estación de la memoria (primer piloto) que consiste en una especie de paradero en el que se ubicarán los lugares emblemáticos de Armero, su historia y la imagen de 1985.

No podía dejar de pasar por alto la problemática de la niñez y la valla de los niños perdidos de Armero y la impresión de la imagen con la fotografía y nombres de los 552 niños, niñas y adolescentes que están siendo buscados por sus familias y que se volverá a instalar. La anterior producida e instalada por la Fundación fue desmantelada por actores del paro cafetero para impedir el paso de vehículos.

El espacio se acaba en El Norteño para seguir escribiendo, pero comienza con seguridad un nuevo capítulo en la olvidada, maltratada y triste historia de Armero.

Bienvenido Ministro y demás funcionarios que después de 38 años, por fin alguien nos toma en serio.

Francisco González

Director Fundación armando Armero

HACIENDA SAN FRANCISCO

Estoy completamente convencida de que todo lo que sucede en el universo es designio de Dios, quien, en su sabiduría, tiene un plan para cada uno de nosotros.

Yo tuve la fortuna de tener madre armerita, integrante de una familia fundadora del pueblo. Mis padres se conocieron en el Colegio Americano de Cali donde los miembros de la iglesia presbiteriana tuvieron la oportunidad de adelantar sus estudios de secundaria.

Así las cosas, precisamente el 8 de julio de 1950, en un cumpleaños de mi madre, mi padre conoció a Armero, y quedó no solo prendado y comprometido con ella sino también nació un gran cariño y devoción por esta tierra. Ese día Armero estaba inundado por una creciente del río Lagunilla a causa de un evento del Nevado del Ruiz. En la casa paterna de los Gutiérrez Zárate, tenían las cosas colocadas en lo alto para que no las dañara la inundación.

Armero está presente en todos mis recuerdos de niñez adolescencia, juventud y adultez. Mi mamá decía que Tolima en lengua indígena quería decir “tierra de hielo”, y que Armero era un municipio muy joven, pero nunca preguntamos cuál era la razón. Nuestra vida transcurría en ir al colegio, hacer tareas, jugar frente a la casa, ir a donde trabajaban papá y mamá, ir a la iglesia todos los domingos, recibir clases de piano y lo mejor, esperar las tan añoradas vacaciones en Armero. Íbamos a Armero dos o tres veces al año.

La temporada más alegre y esperada era la de diciembre. Si viajábamos a principio de diciembre por lo general era preciso el día del alumbrado. A lolargo de toda la quebrada carretera veíamos en las casitas los alumbrados hechos humildemente, pero con esmero, la mayoría eran llantas que quemaban, velitas, bombillos, faroles, todo muy lindo resplandeciendo entre las montañas que rodeaban el camino. Si viajábamos hacia el final del mes por la carretera al lado de las casitas encontrábamos ya armados los “años viejos” con diferentes atuendos y colores. La diversión era irlos contando y el que lo viera primero lo añadía a su cuenta a ver quién ganaba. El viaje era duro pues ya fuese en el carro de mi tío Miguel o en el de mi papá, no tenían sino dos ventanas adelante y sufríamos de mareo y claustrofobia. Ya todo se aliviaba cuando llegábamos a Cambao o a Honda. Ahí la carretera era recta y el carro andaba más rápido y recibíamos una suave brisa que borraba todo malestar. Recorríamos con alegría la carretera de Honda a Armero.

Nos llamaba la atención la belleza del paisaje, sembrados de algodón, maíz, sorgo, ajonjolí, ganado cebú blanco, y montañas de singular forma y tamaño. Yo me llegaba a imaginar que eran huecas por dentro y que eran pirámides construidas por nuestros antepasados y en las que existía un mundo paralelo. La llegada a Armero era un espectáculo, a medida que nos acercábamos se multiplicaban los sembrados de algodón a lado y lado, y a la entrada del pueblo la fila de camiones cargados de pacas de algodón frente a la desmotadora. Todo era blanco, las matas de algodón eran altas y cargadas de flores, todo olía a tierra caliente, descanso y diversión.

Por este cariño y apego a mi madre y a su pueblo, en 1972 mi padre aceptó la propuesta de Don Arcesio Mendoza,quien le ofreció la Hacienda San Francisco, bordeada por el río Sabandija, la cual iban a “incorar” (dividirla en varios predios por mandato del Incora), mi padre aceptó y compró uno de esos predios. Y desde entonces se desarrollan en la hacienda diversas actividades agropecuarias.

Fue una etapa muy feliz y divertida en que participaron algunos personajes de Armero, como el Maestro Elías Hernández, quien iluminó nuestros días, al oírlo contar historias y hacer dibujos y monerías graciosas; así como el Sr. Alfonso Piña, hombre tierno y bondadoso, quien hizo arreglos a la casa, a los jardines y la piscina. La casa fue construida por los primeros dueños, la familia Vergara, hace más de 80 años. La compra de la hacienda fue un evento grandioso para nosotros. Desde entonces la familia extendida se reunía allí en verbenas en que compartíamos deliciosos almuerzos y comidas, mientras disfrutábamos del talento y la alegría de los hermanos Gutiérrez Zárate, Rafael y Mauricio tocando la guitarra y el tiple, y todos cantando afinadamente, hermosos boleros, torbellinos, bambucos y guabinas.

Aprendimos muchas cosas entre ellas a montar a caballo y hacíamos largas cabalgatas por los potreros, gozando del paisaje, el terreno quebrado, las lindas mariposas azules, que lucían su belleza en las arboledas que rodeaban las quebradas, pajaritos de múltiples colores, el sol brillante y la brisa refrescante. Al llegar a un recodo del río Sabandija cabalgábamos por él y luego nos bañábamos en el río, para volver a cabalgar y dirigirnos hacia el corral, donde por fin descansábamos de esa maravillosa aventura.

También se convirtió en costumbre que todos los 30 de diciembre, adornábamos el corral con banderines de colores, e invitábamos a amigos y conocidos a una becerrada en que participaron varios novilleros del pueblo. Por la noche seguíamos el ambiente de fiesta con baile, guitarra y canción.

Nuestros antepasados los Panches y Pijaos eran pueblos de gran sabiduría. No se asentaron nunca en el valle del río Lagunilla. En cambio, escogieron las vegas del río Sabandija y las tierras más altas. Por esta razón, en las tierras que rodean el río Sabandija se encuentran vestigios y elementos que comprueban la existencia de esos asentamientos indígenas.

En los días aciagos, después de esa noche gris y fatal en que la avalancha arrasó nuestro querido pueblo, el corral de la hacienda sirvió para recibir a los sobrevivientes que iban llegando a través de los potreros, como estatuas de barro, tristes, aporreados, cansados y hambrientos. Se montó uno de los primeros puestos de socorro, donde aliviábamos sus necesidades. Muchos permanecieron varios días en la casa de la hacienda, mientras podían recobrar sus fuerzas y vislumbrar para dónde ir.

Es difícil aceptar, y no es lógico, que una ciudad joven, próspera, pujante y vital, desaparezca en una noche y tan prematuramente. No obstante, Armero nació para morir joven, pues su destino estaba trazado por los ciclos del Volcán Nevado del Ruiz. Más también nació para ser grande… muy grande. Habitada desde su fundación por gente progresista, visionaria, trabajadora, forjadora de una historia cargada de lucha, entrega, coraje, fuerza, confianza, sacrificio, pasión, superación y perseverancia, todo esto, y mucho más, pero sobre todo, de una alegría

desbordante que impulsaba a todos a trabajar, rasgar el tiple y la guitarra, cantar, bailar, vivir en fraternidad con los vecinos, los amigos, la familia, los ríos, las laguna y las piedras gigantescas que se encontraban en lugares absurdos. Los visitantes se enamoraban de Armero, y siempre querían regresar. ¿Qué tenía de especial ese valle de luz y su joven ciudad? ¿Por qué nuestros antepasados eligieron asentarse allí sin mirar atrás, siempre adelante, con la seguridad de que la ciudad sería próspera e importante en la región como en el país?

La respuesta incluye, su ubicación estratégica, su cercanía al río Magdalena, la tierra y sus componentes de óptima calidad, con frutos exuberantes, la economía que se formó alrededor de esto, su paisaje de belleza incomparable, con cielos esplendorosos en que se podía ver al “león dormido” y las noches estrelladas más impactantes y maravillosas. Pero la fortaleza más grande radicó en sus gentes, familias unidas, siempre trabajadoras y futuristas, siempre alegres, siempre respetuosas.

Como extraño ese pueblo querido Ese pueblo al cual tuvimos que darle el último adiós con nuestro espíritu y nuestro corazón y ningún otro podrá reemplazarlo en el mundo de nuestros afectos.

En homenaje a nuestros antepasados y a nuestro pueblo comparto esta historia.

MARTHA EUGENIA URDANETA GUTIÉRREZ.

 

  Casa Familia Ramirez Villamizar ubicada en la calle 12 # 19- 21 Armero Tolima. Render elaborado por el Armerita por adopcion el  Arquitecto Javier Diaz cel 3208088806.   

 LA RECOLECCION DE ALGODÓN EN ARMERO EN EL AÑO DE 1969

El algodón en Colombia se siembra, una cosecha en el primer semestre del año en el interior del país, y en el segundo semestre en los departamentos de la Costa Atlántica y los Llanos Orientales, normas establecidas por el ICA con el objeto de hacer un control de los insectos y plagas que atacan las plantas y el fruto de éstas.

He querido narrar mi experiencia con relación a la recolección de algodón, ya que tuve la oportunidad de observar muy de cerca en los años de 1969, a 1974 en la Hacienda La Vuelta del Lagunilla en Armero, lo que era en ese entonces una recolección de algodón. Posiblemente, la zona de Armero era en donde se sembraba el mayor número de hectáreas de algodón de todo el país, por esa razón le dieron los apelativos de: “Capital algodonera” y “Ciudad Blanca”.

Los meses de recolección eran julio, agosto y parte de septiembre, meses de verano con temperaturas hasta 35 grados centígrados. En las haciendas había que manejar toda una logística para este asunto de la recolección, sobre todo en las haciendas en donde se sembraban áreas grandes; la Hacienda la Vuelta del Lagunilla era una de esas, se sembraban 450 hectáreas.

Entre las funciones del administrador general de la hacienda estaban: conseguir las tulas o lonas especiales para recolectar el algodón con la  desmotadora, entidad única autorizada para la venta de éstas, lo mismo que los cordeles que se utilizaban para sellarlas. Estas tulas se marcaban con azul de metileno el nombre de la hacienda y la numeración de 1 a 1.000 o más. Otra de las funciones del administrador era nombrar un jefe o caudillo como lo llamaban, que se encargaba de conseguir entre 130 y 150 recolectores, entregarles las tulas y anotar el nombre y número del recolector.

 Organizar la recolección por lotes y por surcos y al atardecer entre las 4 de la tarde y 7 de la noche, en el mismo lote pesar el algodón recolectado por cada uno de los cogedores, apoyado por dos auxiliares más. Anotar en un cuaderno el nombre y apellido del recolector, el número de la tula y el peso en kilos del algodón recolectado. Una más de las funciones del administrador era nombrar un pagador encargado de hacer las planillas de liquidación del algodón recolectado semanalmente, y pagarle el sábado a cada uno de los recolectores.

En la hacienda, el campamento en donde se alimentaba y dormían los recolectores, estaba ubicado bastante distante de la casa principal, para evitar por seguridad contacto entre los propietarios de la hacienda y éstos, puesto que en algunas ocasiones se amotinaban pidiendo que le subieran al valor de la recolección. El campamento estaba cerca al río o a una acequia, que les permitía bañarse y asearse, en algunas haciendas eran campamentos hechos en material y tejas de zinc y en otras eran ranchones con techos de hojas de palma, columnas de madera y pisos en cemento o en tierra, allí colgaban hamacas o tendían esterillas de junco para dormir en ellas, que se compraban en las plazas de mercado o en algunas tiendas de abarrotes.

Los recolectores se dividían en dos grupos, unos que vivían en el pueblo y otros que eran nómadas, venían de diferentes lugares del país, los que venían de otras partes se instalaban en los campamentos de las haciendas, por lo general eran los mismos que recolectaban el algodón en la Costa Atlántica o en los Llanos Orientales, muchos de esos eran también recolectores de café, era gente trashumante, de todas las calañas y condiciones. Había indocumentados, maleantes, jugadores, y muchachas jóvenes de campo que se escapaban de sus casas y se iban a aventurar con sus amantes, muchos de ellos consumían marihuana para doparse y aguantar el sol canicular al que estaban expuestos gran parte del día, otros bebían guarapo de panela fermentada que también los dopaba, pero en algunas ocasiones cuando bebían demasiado se ponían belicosos y agresivos.

Los que vivían en el pueblo eran más llevaderos y de fácil manejo, se les proporcionaba el transporte para traerlos y llevarlos a las haciendas, algunos hacendados lo hacían en zorras haladas por un tractor y otros en camiones, se ubicaban en determinados sitios del pueblo y allí los recogían.

El caudillo les ofrecía el trabajo y les decía cuanto se les iba a pagar por kilo recolectado, valor que lo acordaban los hacendados en reuniones en el Comité de la Federación de Algodoneros, sin embargo, cuando el tiempo se ponía lluvioso, había hacendados que pagaban más del precio convenido para no quedarse sin cogedores, pues cuando las lluvias se acentuaban y el algodón ya daba punto para recolectar al caer la lluvia la mota absorbía el agua y con el peso se caía al suelo y esa mota quedaba inservible.

El caudillo era el que les indicaba que lote había que coger y por donde debían comenzar, se le asignaba un surco a cada uno para llevar en orden la recolección. Se ponían siempre una corrosca o una cachucha, y un pedazo de tela que les protegiera de los rayos solares el cuello y parte de la cara, usaban unas medias viejas en las manos, estilo guantes, para protegerse de las púas que tenía la cápsula cuando se secaba. Colgaban la tula con una cabuya de la cintura e iban cogiendo la mota y echándola hasta llenarla, cada tula llena pesaba entre 12 y 13 kilos. Un buen cogedor cogía hasta 40 kilos en el día, pero esto era excepcional, aunque también iban familias compuestas por el marido, la mujer y uno o dos hijos, generalmente eran los mejores y los más responsables. En el año de 1969 se les pagaba 60 centavos por kilo recolectado, o sea el que cogía 40 kilos se ganaba 24 pesos en el día y un promedio de 600 pesos en el mes.

En los campamentos se les suministraba la alimentación y la bebida. Un porcentaje alto del valor de ésta lo asumía la hacienda y el otro se les descontaba por planilla cuando se les hacía el pago semanal. La forma era descontárselo de la planilla de pagos, dato que el encargado de darles la alimentación pasaba al funcionario que hacía las liquidaciones y pagos.

En las noches se reunían algunos a jugar cartas o dados, usaban un lenguaje soez y vulgar, muchas veces terminaban en peleas, agrediéndose con machetes o cuchillos, es más, en algunas ocasiones había que llevar al hospital a uno o más heridos graves. Cuando les entregaban las tulas nuevecitas no faltaban los que se iban y nunca más volvían a aparecer, se las robaban y las convertían en hamacas, o le daban otros usos y se iban a trabajar a otras haciendas. El manejo de estos recolectores era supremamente complicado, trataban de hacer toda clase de trampas, triquiñuelas y engaños, por ejemplo: les metían piedras a las tulas y las mezclaban con el algodón para que les pesara mucho más, o le echaban agua con el mismo objetivo. Y solamente cuando se vaciaba el algodón en las bodegas el obrero encargado algunas veces se daba cuenta y avisaba, pero muchas veces era tarde porque ya se habían ido y se les había pagado.

Los cordeles de las tulas los cambiaban por cabuya y eso era un problema porque en las desmotadoras no permitían que fuera algo distinto al algodón, y algunas veces devolvían las tulas que iban con cabuya para evitar mezclas con objetos diversos a la fibra que dañaran su calidad.

Los pagos se hacían semanal y los hacendados procuraban pagar en algún lugar seguro del pueblo para evitar robos o atracos en las haciendas Los días de recolección eran de lunes a viernes de las 7 de la mañana a 5 de la tarde, y el sábado de 7 a 12 meridiano, los pagos se les hacía en horas de la tarde, la mayoría de los recolectores lo primero que hacían era ir a beber cerveza o trago en los bares y cantinas del pueblo, y allí se gastaban gran parte de lo que ganaban con su trabajo, y esto hacía que circulara mucho dinero en efectivo por todo el pueblo y a su vez mover la economía. Pero también había unos que ahorraban y se gastaban la plata con su familia comprando cosas para su casa, otros ahorraban para su viaje de regreso y para subsistir el tiempo que pasaba mientras llegaba la cosecha de la Costa o los Llanos Orientales.

El algodón recolectado durante el día se transportaba en una zorra y se depositaba en una bodega bastante grande, y al día siguiente se desocupaban las tulas, se almacenaba a granel, cuando había un volumen suficiente se transportaba en un camión con capacidad para 10 toneladas y en zorras hasta la desmotadora que quedaba a la salida del pueblo.

Se terminaba la cosecha y todo volvía a su normalidad y tranquilidad, solo quedaba el recuerdo de los algodonales y las motas de algodón regadas por todas partes, la difícil lidia con la gente, sus necesidades, sus dificultades, y sus vidas complicadas. Y mientras esto sucedía con los recolectores de algodón, los hacendados celebraban el éxito de sus cosechas, planeando nuevas inversiones para sus próximas siembras.

Fernando Cervantes del Portillo

 

 

   Piramide Iqueima unica en Colombia. 

 “ARMERO FUE, ES Y SERÁ TIERRA DE PROMISIÓN”

PRIMERA PARTE: “ARMERO FUE”

Armero fue desde su época ancestral destacada entre las comunidades que por milenios vivieron desde el centro sur de Norteamérica hasta Suramérica.

Lo hizo curiosamente la gran nación denominada por los españoles como Panches, Pijaos, Caribes o Tainos, mediante sus grandes capacidades como navegantes, exploradores y comerciantes, como consecuencia de la incursión progresiva y posterior inclusión racial vikinga desde Groenlandia y antes desde la península Escandinava muy posiblemente con migrantes helénicos, procedentes del Mediterráneo, ambos, en viajes exploratorios sin retorno, contactados y fusionados en las Antillas mayores. En la zona continental e ingresando por el más grande rio frontal al mar Atlántico o Caribe (por la presencia de los mismos) el Guacacayu (rio Magdalena), hallaron de la región del Salto de Honda a la desembocadura del rio Guaguaco (Sabandija), las más favorables condiciones climatéricas, de comunicación, flora, fauna, religión, alimentarias, transporte en diversas canoas y con ello comerciales (trueques), ellos tenían entre sus deidades teo cósmicas además de la principal, Nanuco o Nacuco, estaba el astro sol que llamaron Wey, representado acá por el mineral más valioso y codiciado de la Tierra: el Oro.

Tenía un impresionante significado religioso como protector con salud y vida, siendo portado permanente en su cuerpo, motivo por el cual los tres conquistadores autorizados por España, Sebastián de Belalcázar ya avanzando por el sur de Colombia, Gonzalo Jiménez de Quezada en Santa Fe de Bogotá y Nicolás de Federmann desde Venezuela, vieron que los nativos llevaban alhajas de oro en toda la extensión geográfica descrita y en su avaricia después de tortura y saquear, rápidamente llegan al sitio indicado: la desembocadura de rio Guaguaco (Sabandija) al Guacacayu (Magdalena) en el corregimiento de Méndez, territorio de Armero en octubre 1538, Belalcázar llegó primero un viernes y “coincidencialmente” el sábado por separado Gonzalo Jiménez de Quezada y horas después Nicolás de Federmann. Sabían que el oro diseminado en estas playas, procedían de ricas minas ubicadas en el pie de la cordillera, pero eran en ese momento inaccesibles por la densa población de tribus Pijaos, Caribes y Panches que habitaban a su alrededor desde luego con chamanes (sacerdotes), adoratrices, caciques, Consejo de Ancianos, artesanos, cultivadores, pescadores y muchos más por ser territorio del padre Sol, a quién expertos erigieron un granobservatorio astronómico solar, la única pirámide que hay en Colombia, Iqueima descubierta y denominada así por el gran investigador antropológico Edgar Efrén Torres, creado en Armero del Instituto Antropológico y Museo Carlos Roberto Darwin, un gran hermoso etnoparque, tele comunicadores visuales líticos (en piedra), gran cementerio incluyendo de caciques, como el que bautizó nuestro gran paisano antropólogo Ángel Martínez, descrito en su libro “Los Inconquistables Panches del Tolima”. Este hermoso territorio fue la sede continental religiosa de la gran casta Panche, Caribes, Tainos o Pijaos.

Para poder tomar y “Pacificar, para los españoles: masacrar toda resistencia y presencia aborigen que según eran más de 30 mil con flechas y lanzas, en el aurífero territorio de Armero, tardaron más de 8 años. Para ello, primero fundan Honda como ciudad militar el 24 de agosto de 1539, como San Bartolomé de Honda, por el capitán Francisco Núñez Pedroso, sector habitado por Ondamas y Gualíes. 12 años más tarde después de cumplir con el exterminio de nuestros poderosos guerreros en lucha desigual, el 28 de 1551 funda la ciudad de Mariquita, habitada la región por Gualíes, Marquetones, Lushimas, Pantágoras y Abeas entre otros más, el mismo capitán Francisco Núñez Pedroso, primero como sede de esclavos nativos y africanos, a pocos kilómetros de las ricas minas de Frías, Santa Ana, Malpaso, Cojongóngora y otras más, convirtiéndose en la “Capital Negrera de América”. Fue tanta su capacidad de producción, que justificó construir un túnel subterráneo desde Mariquita a la Casa de la Moneda y de allí hasta el puerto de Honda. Alli es el sitio del famoso y legendario “El Dorado” que tanto se habló, el cual fue explotado y saqueado por los españoles donde pudo ser clausurado por el General Simón Bolívar el 7 de agosto de 1819, con la batalla de Boyacá, quién libertó a 5 naciones y con ello el inmisericorde yugo español en más de 300 años. Cuántos cientos de toneladas en oro despojados de nativos, sus entierros, las minas Buriticá en Antioquia, en especial las de Armero y ahora Falan, se llevaron y cual, en miles de ancestros, en especial quienes dieron vida, exaltación, altos conocimientos y epicentro continental de cultura y religión milenaria en nuestro territorio llamado, ¿ARMERO?

Dijo el cacique Panche, Caribe o Pijao Yuldaima:” Tomaron nuestras, mujeres e hijos y por últimos nuestras vidas, pero jamás pudieron tomar nuestra libertad.”

Por GUSTAVO PRADA FERNÁNDEZ M.V.Z. Cel. 311 814 2209

Presidente Corporación Social Casa Armerita y Corporación Escritores del Tolima.

   Angel Martínez Cáceres.   

A quienes llegaron como premio a mi vida.

De manera insistente aparece ante mis ojos el luminoso jardín de mis primeros recuerdos, el sentimiento inolvidable de mi Primer Hogar. Haber alcanzado ese mundo de experiencias, disfrutar del tesoro que fueron Mamá Rosalba, Papá Ángel, mis hermanas Vicky, Mercedes y Pelusa mi hermano menor, y ese entorno único, delicioso y correspondido de familiares y amigos; me hizo vivir mi Primer Estado de Gracia.

Y fue allí, en la tórrida, acogedora y próspera ciudad de Armero, fundida en la figura seductora del imponente cerro Lumbí, cristalinos afluentes, ondulantes colinas y llanuras abrasadoras de un fértil valle Magdaleniense; donde comenzó la historia de mis memorias, desde la fuente donde todo en mí se originó: la familia Martínez Trujillo.

Revivo lo que fueron Mamá y Papá: su amor, rectitud y agradable risa, propia de aquellos que supieron valorar la vida. Mis padres al igual que cada Madre y Padre del singular Armero, nos vieron con admiración y respeto, solo a ellos les importaba nuestro lento crecer. Unos padres amorosos serán siempre el refugio confiado en la vida de todo ser humano. Esas tempranas sensaciones que se olvidan para entrar a la realidad de adulto; son, sin embargo, la plataforma original de la confianza en uno mismo. La llama que una vez Mamá y Papá avivaron en nuestros espíritus, nunca se apagó, ni siquiera cuando afrontamos días de incertidumbre que pasados los años vendrían a desgarrarnos.

Era Papá un joven finquero que venía de una numerosa familia. Sobrevivientes a una etapa de terror que vivió Colombia, una pugna a base de sables y machetes, una guerra que como todas, seguirá siendo el aro partido en la existencia de quien la ha padecido y que nada, ni nadie ha podido derrotar.

Frecuentábamos desde pequeños y casi a diario la estancia que Papá llamó Calibío. En 1.962 por invitación de su amigo y empresario del campo Julio Rebolledo, Papá decidió entrar al círculo de Criadores de Ganado Cebú Puro, que junto a otros criadores de Brahman, contribuyeron a la evolución de esta raza, desarrollando modelos de calidad en la producción de carne y leche. Allí mismo, Papá logró convertir su pasión por los caballos finos en un ocupación exitosa siendo recordado por sus entusiastas cabalgatas, ferias equinas y ganaderas, ganando grandes campeonatos en todo el país. Se hizo a la medalla al mérito cerealista nacional como ejemplo a la producción de sorgo y arroz. Y ganó varios premios nacionales por sus altas producciones en el cultivo del algodón. Tuvo en esta empresa a Mamá quien manejaba el tema contable, a Piturrito Afanador, sobrino y administrador de campo, a muchos colaboradores más, y junto con asociaciones y gremios que aconsejaban muy bien.

Tenía mi viejo una mirada compasiva, sabia y milenaria. Sus ojos encerraban algo insondable, como si viniese de vidas anteriores. Sin decir una palabra, transmitía serenidad y esperanza. Daba con efusión la mano, instauraba una conciencia en la unidad familiar y orientaba a través del mensaje y ejemplo.

Mamá nos enseñó el amor por la naturaleza y a estar cerca a los animales. Se maravillaba regando las plantas, con las semillas germinadas, la forma de las hojas, el aroma de las especias, con la variedad de hierbas aromáticas y la fragancia de las flores. Una pradera y arbustos silvestres bastaban para elevar su espíritu. Aunque Mamá fracasó en el intentó para que yo aprendiera a bailar, fue ella quien llenó mi mundo de música y alegría, iluminó mi corazón y trajo color a mi niñez. Qué fortuna haber crecido junto a ella. Mamá y Papá estaban conectados con todo lo que los rodeaba, el secreto que los ayudó a mantenerse unidos, felices y afortunados. Sus vidas estaban orientadas por un croquis que indicaba un viaje a seguir, un bosquejo que iba proyectándose a medida que transitaban por él.

Una noche descansaba en mi alcoba, incapaz de moverme por la apatía de adolescente, escuchaba atento y con algo de curiosidad cómo su mentor y amigo, Manuel Merizalde instaba a Papá, ante el deleite de una amena tertulia y unos rones; a retiros espirituales en su finca cerca a Bogotá, aunque para Papá existían razones importantes en no aceptar la piadosa invitación. Merizalde urgía a Papá a renunciar a su laicismo, a volver a su estado embrionario originado desde de su familia conservadora y fervorosa, pero Papá se mantuvo invariable, ajeno a toda esa tradición que siempre reprobó, en este caso, a ser un católico consagrado.

Cuánta singularidad, preciosidad y tolerancia alrededor y dentro de esta comunidad llamada Armero. Donde los sacerdotes se persignaban cada vez que escuchaba los tratados reformistas de doña Isabel. Donde el jardín del parque infantil contrastaba con el verde de la cordillera central. Cerca de casa, en el colegio, en el teatro, el estadio de futbol, el coliseo de pesas, la estación del tren. En la cigarrería o en la tienda de don Vicente, que de regreso a casa, me cruzaba con el flaco Zarate, que con su melena dorada, entaconado, pantalones bota ancha y camisa psicodélica, pasaba distraído rumiando pegajosos caramelos arranca muelas. Tantas veces transitando por el mismo camino al ver, escuchar, jugar y reír con esa recocha de amigos del Campestre. En el Líbano con Rebellón donde nada se aprendió, fue tiempo muerto.

Con las parceras y parceros del colegio Americano. Las virtuosas Castro y el amor furtivo entre Méndez y una tierna niña que ya no recuerdo su nombre. Entre el cariño de Arenas y la cólera de Satizábal. Con las niñas Quesada y ese muñequero llamado las Botero. Niñez y maravillosa adolescencia con los primos Manolo y Lucho, con los vecinos del frente y de al lado, los eternos Cuco, Claudita y Tilín Ramírez, mi inseparable amigo Juancho Manrique. Y por supuesto, el compañero mayor, intrépido, cazador, pescador y novio de mis dos hermanas, el seductor Carlos Alberto Gaitán. De Jorgito Beltrán, primo por parte de Mamá, qué man más rabón. Aunque tengo increíbles vivencias con él, la más recurrente y que no puedo olvidar, es el desmesurado puñetazo que hace 56 años acertó en mi delicado estómago de dulce algodón, todo el drama por culpa de una chiquita que confesó su amor por mí y no por él. Con todo y eso, nuestra amistad hoy día permanece inalterable, un estar de resplandor. Muchos deberían estar en estos breves relatos pero con el espacio limitado que el querido Cuco Ramírez nos ofrece, imposible extenderme. Tengo que confesarles que cada una de ellas y cada uno de ellos, en este o en otro plano, estarán siempre, siempre en mi mente y corazón.

Cada vez que necesito, evoco el Yo mismo de aquellos tiempos porque no hay donde más buscar. Esta sería la última estación de nuestro sitio, donde terminó aquella experiencia y comenzó el reino del recuerdo. El éxito trascendente se consigue, cuando resaltamos el valor de nuestra familia, la importancia de nuestros amigos, el amor propio, el respeto a otros, la admiración por la naturaleza y sus criaturas, solo así y de paso, comprenderemos el significado de la existencia, de lo que fue haber vivido en Armero.

Sé que unos caen en la enfermedad, otros en la vileza o en la adversidad, y algunos otros se liberan para demostrar que existe una verdad más allá que ninguna forma de sufrimiento, puede tocar. Sé que algún día, tendremos nuevamente que separarnos de lo que más amamos, espero que en nuestro propio desconsuelo, emerja esa profunda sensación de aceptación, admitiendo que todo pasa por una razón. No olvidemos lo que ya hemos vivido y que mientras haya vida y exista amor, habrá esperanza de reparar cualquier adversidad.

Por Ángel Martínez T.

 

 Angel Martinez montando a Morenaso, Hacienda Calibio. 

  Desmotadora de Algodon.

VIVENCIAS ARMERITAS

Escribir para el Norteño en la edición de este noviembre del año 2023, no es una tarea, es un recordatorio sobre las vivencias de Armero, a la que en algún momento se le consideró la capital algodonera de Colombia, y se le denominó la “ciudad blanca” debido al auge importante del cultivo del algodón en toda la comarca y sus haciendas, con tierrras muy fértiles; lo que generó un impacto significativo en el desarrollo agroindustrial del municipio , desatacándose como un logro importante la creación de la Federación Nacional de Algodoneros, así como el establecimiento de una planta desmotadora que funcionó por varios años.

Toda esta pincelada de recuerdos ubica a Armero como pionera en el tema de generación de empleo; la migración de mucha gente de otros departamentos como colectores del algodón impulsó el crecimiento de la ciudad, lo que le permitió lograr un desarrollo social, empresarial, cultural, educativo, deportivo; conocedores de que tradicionalmente sus pobladores fueron agricultores por excelencia.

Quiero rendir homenaje a personajes que en mi óptica marcaron con su labor mis imborrables recuerdos.

En mi niñez disfruté, en época de vacaciones a mi abuelo paterno Federico Leal Casas en la labor del pago de los recolectores de algodón, quien en asocio con don Martin Delgado lo cultivaban en una parcela de su hacienda.

También recuerdo otros agricultores como don Manuel Tovar, Jesus Ramos, Manuel Oviedo, Libardo Infante, Carlos Coronado,y sus hermanos Efraín y Alfredo, así como Miguel Eduardo Naged.

Alrededor del tema de la agricultura y del emporio de la industria del algodón, ejercieron importante rol otros personajes como los dueños de los almacenes de los insumos; aquí resalto a mi primo Alfredo Darwish Salama Barreto.

Mención especial para mis parientes ingenieros agrónomos German Coronado Leal, Raúl Barreto Osorio y su hermano Dairo Barreto Osorio, quien en algún momento fuera director de la oficina seccional del ICA.

Finalmente, mi más profundo reconocimiento y admiración por la labor que desempeño durante muchos años mi padre, a quien cariñosamente le decía “mi cucho” Tito Leal Guzman; mi Viejo fué uno de los pioneros en la industria del “transporte de carga”; traían la carga de algodón recolectado en los cultivos, a la desmotadora, y luego transportaban la fibra procesada en pacas desde la planta hasta las fábricas de Coltejer y Fabricato en Medellín.

Quien no recuerda, de aquella época, la larga fila de camiones por toda la Carrera 18, que en muchas ocasiones llegaban más allá de la gasolinera de Chaco, entrada del club campestre e inclusive el Puente sobre la sequia.

Menciono otros colegas de mi papa: José Amhed Rojas, Gilberto Oliveros, Marcos Abril, Marcos Sandoval, Pedro Rojas, Armando Gomez, el sargento Molano, Fernando Osorio, Pedro Miguel Angarita y algunos otros, cuyos nombres se me escapan pero no sus recuerdos.

Con todo mi cariño.

Luis Fernando Leal

  Guillermo Perico Cardenas. 

 Hacienda MACUTE

Por Juan Guillermo Perico Ordóñez

En memoria: a mi padre Guillermo Perico Cárdenas, a mis abuelos, Jorge Perico Escobar y Leonor Cárdenas García, y a mi tío abuelo, Carlos Perico Escobar.

Con especial agradecimiento a mi tía: María Elvira Perico de Mackenzie por su aporte en la recopilación de datos históricos.

A mis tíos: Jorge Perico Cárdenas, María Elvira Perico de Mackenzie, Georgina Perico de Binion.

A mis hermanos: Camilo Perico Ordóñez, Carlos Eduardo Perico Ordóñez.

A mis hijos: Julián Perico Ibárcena, Francesco Perico Ibárcena.

Lima – Perú

31 de Octubre de 2023

El pasado 17 de octubre de 2023, recibí la cordial invitación de mi amigo y vecino de la calle 12 en Armero, Roberto Augusto Ramírez Villamizar, quien me honró motivarme en escribir una reseña a ser publicada en EL NORTEÑO – querido y bien recordado periódico de nuestro Armero, dirigido por su Sr padre, Roberto Ramírez; igualmente, aplaudir el esfuerzo de Roberto Augusto en la continuidad de El Norteño, Periódico que este año cumple 51 años de su fundación.

Estas líneas son acerca de la Hacienda MACUTE, donde mi señor padre desarrolló su oficio y pasión por la Agricultura entre los años 1966 a 1985; durante esos 19 años, tuvimos el placer de verle con sus botas de caucho negras, los jeans azules, sus gafas oscuras verdes, el sombrero, un particular llavero de cuero colgado al cinto y como no - un enorme velo atrapa insectos - con el cual recorría los lotes de la hacienda para luego estudiar prolijamente los insectos que habitaban los cultivos.

Mientras redacto esta reseña, recuerdo mi infancia en MACUTE, y la fascinación por subirme a la combinada durante la cosecha de sorgo, para ir haciendo nuditos en unas cabuyas que mi padre me amarraba a la cintura mientras me decía: “mijo cada vez que jalen el rodadero para que rueden los costales al piso, su merced hace un nudito en estas cabuyas”, así y de esta manera, podía él llevar sus cuentas de la cantidad de costales que tenían que llegar luego del recorrido, y me motivaba en apoyarle con su jornada.

MACUTE en sus primeros años, bajo la propiedad de la familia Perico Escobar, fue una hacienda destinada al engorde de ganado,al recreo y vacación de la familia. Fue adquirida en el año 1953 por los hermanos Jorge y Carlos Perico Escobar, oriundos de Boyacá, de una localidad muy cerca a Sogamoso; el uno (Jorge) era médico y ejercía su oficio en Tunja, el otro (Carlos) era ganadero, quien tenía ya la Hacienda CIRCACIA en Apulo-Cundinamarca.

El propietario de MACUTE era el Sr Gregorio Obregón - Presidente de AVIANCA en ese momento quien había construido una bella casa para largas estadías de descanso, y a quien los hermanos Perico Escobar compraron dicha hacienda.

Comenta mi tía María Elvira Perico acerca de la hazaña, aventura y travesía que era viajar desde Tunja – Boyacá hasta Armero – Tolima. Esto era literalmente un trasteo completo pues se mudaban por toda la temporada de vacaciones escolares (un par de meses). Era un viaje de aproximadamente 12 horas en carro desde Tunja hasta Cambao, donde luego había que aguardar el planchón - ferry para cruzar el Río Magdalena y finalmente, terminar la ruta hasta la Hacienda MACUTE.

Allí conocieron el campo, vieron a su padre y a su tío irse de cacería, aprendieron a cabalgar persiguiendo el ganado, vieron el ordeño y disfrutaron bañarse en ríos y acequias, pero sobre todo y como no, aprendieron a padecer las tremendas picaduras que el jején les ocasionaba a estos visitantes de las cumbres del altiplano Cundi-Boyacense; ante ello mi Abuela Leonor Cárdenas García diseñó unos velos de tela que los cosía sobre grandes sombreros para proteger a sus hijas de estas feroces picaduras e igualmente, les ordenada colocarse guantes largos y medias, blindaje que las hacía padecer aún más el calor abrazador de dicha tierra tolimense.

Mis abuelos Jorge Perico Escobar y Leonor Cárdenas García, visitaban muy poco la ciudad de Armero pues permanecían siempre en la Hacienda, pero si conocieron y frecuentaron una pareja con quienes desarrollaron una bella amistad y a raíz de ello fueron visitando cada vez más la ciudad de Armero; Publio Ruiz y Carmelita Guzmán, padres de Mario Ruiz Guzmán quien ejercía el oficio de Abogado en Armero.

En el año 1964, mi familia dejó de visitar la finca y jamás regresó a vacacionar, pues la violencia que para entonces comenzaba el flagelo en el Tolima, a raíz del asesinato de Sangre Negra - Jacinto Cruz Usma, la inseguridad y el abigeato ya no permitían pasar largas temporadas sin vigilancia y cierta seguridad. Una noche luego de la venta de un lote de ganado, estando mis tías solas con mi abuela y su amiga Carmelita Guzmán, sintieron mucho ruido de algunos hombres merodeando el campo y los alrededores de la casa Hacienda y al día siguiente emprendieron viaje de regreso a Tunja y ellas jamás regresaron a MACUTE.

Mi padre (Guillermo Perico Cárdenas q.e.p.d.), luego de haber estudiado la carrera de Agronomía en La Universidad Nacional de Palmira – Valle y pasado una temporada en Fundación – Magdalena cultivando Palma Africana en las haciendas de la Familia Noguera, viajó a la Ciudad de Piura al norte del Perú, para perfeccionar sus conocimientos en los sistemas de riego, aprovechando el desarrollo que para aquel entonces había logrado el Perú en los áridos desiertos de dicho país. Al regresar a Colombia en el año 1966, decide entonces tomar MACUTE y convertirla en una hacienda cultivable de aproximadamente 40 hectáreas. Comenzando con el algodón, luego sorgo y el arroz, posteriormente algo de soja, pero nunca se ocupó de la ganadería y estrictamente se dedicó al cultivo hasta el año 1985.

A mediados de 1986 se arriendan estas tierras al Sr. Rafael Ortiz, un agricultor de Lérida, quien finalmente adquiere la Hacienda MACUTE en el año 1988.

Me fue indispensable ocupar unos días en conocer el origen etimológico de la palabra MACUTE y el punto de partida del inicio de la propiedad de dichos terrenos y a quien tal vez pudieran haberse asignado los derechos de propiedad en épocas pretéritas.

Etimología, existen varias acepciones tales como:

MACUTE: Localidad de Croacia en el municipio de Voćin, condado de Virovitica-Podravina a 179m.s.n.m. (cercana

coincidencia con los aproximadamente 280 m.s.n.m. de Armero – Tolima).

MACUTUS: del bajo-latín, "mochila, especialmente la del soldado".

MACUTE: Apellido Filipino.

MACUTE: Antigua unidad de valor de África occidental moneda de Angola emitida en 1927.

MACUTA: Vieja moneda de cobre igual a 50 reis que fue emitida por Portugal para sus colonias africanas (1845).

CERRO MACUTE: La Mesa Cundinamarca: sobre cuya falda se fundó el primer centro poblado de la Mesa en la creación de la Parroquia de Nuestra Señora de Santa Bárbara en el Guayabal, el día 16 de diciembre de 1649.

Respecto del posible origen de la propiedad de dichos terrenos, y luego de una investigación en documentos de la red de bibliotecas de Colombia y en especial en la Biblioteca Digital de Bogotá – Biblio Red, logré descubrir un fascinante documento: CUESTIÓN MACUTE – 1859.

 

Autor: Abogado Antonio Ferro

Año de publicación: 1859

Idioma: Español (con ortografía de la época)

Publicado en Bogotá: Imprenta Echeverría Hermanos

En CUESTIÓN MACUTE se realiza una recopilación de los hechos y la fórmula de la defensa de los intereses de Luisa Rieux Ramírez - en el proceso que siguió por la sucesión de los bienes de su padre, el General Luis Francisco de Rieux y Sabaires

(Montpellier, 1755- Hacienda Peladeros - Lérida, 26 de septiembre de 1840). El General de Rieux fue un médico y militar francés que sirvió en las fuerzas patriotas durante las guerras de independencia hispanoamericanas. De Rieux fue secretario de Guerra y Marina de la Gran Colombia, de 1830 a 1831, sirvió a las transiciones de gobierno de Domingo Caycedo, Joaquín Mosquera y Rafael Urdaneta; pensador de ideas liberales que lo acercaron a Antonio Nariño.

El General de Rieux fallece en la Hacienda PELADEROS de propiedad de la Sra. Manuela Arciniegas quien donó en 1848 dichos terrenos y se crea el Distrito Parroquia, finalmente reconocido en 1863, como el Municipio de Lérida.

Posterior al fallecimiento del General de Rieux, su esposa la Señora Vda. de Rocha de Rieux como curadora de los bienes de su hija, entregó en renta la Hacienda MACUTE al Sr Lorenzo Viana quien terminó adjudicándose él mismo poseedor de dicha hacienda, arrendando por su cuenta los terrenos entre otros, a empresas Inglesas o Alemanas como lo eran (Montoya Sáenz y Cia – Fruhling & Goshen, o La Casa Inglesa), grandes empresas de enormes capitales que se dedicaban a invertir en arriendo y cultivo de tierras en las zonas de Cambao y Ambalema, pues eran tierras privilegiadas para el cultivo de tabaco y su posterior exportación.

Pasado un Siglo desde CUESTIÓN MACUTE, la hacienda fue adquirida por los hermanos Perico Escobar en 1953 como refiero en líneas anteriores y, hasta el año 1988 donde, cuando se transfiere la propiedad a manos del Sr Rafael Ortiz.

Cierro este texto, honrando la memoria de todos aquellos quienes disfrutaron de la Hacienda MACUTE, y añorando poder respirar y recorrer nuevamente dicho querido terruño, aferrado a las manos de mis hijos Julián y Francesco Perico Ibárcena.

Fuentes:

https://es.wikipedia.org/wiki/Luis_Francisco_de_Rieux

https://www.bibliotecadigitaldebogota.gov.co/resources/2079975/

 

 

  Miguel Angel Gonzalez. 

 

Todos los Deportes. Todos los Recuerdos. Baloncesto en Armero.

Por allá a finales de la década de los veinte, el básquetbol ocupaba el tiempo y las energías de los armeritas que empezaban a practicar este deporte en la vieja cancha del colegio Americano y del parque infantil de Armero.

La evidencia del nacimiento basquetero en Armero la dio la familia Gutiérrez Zarate (Mauricio, Juan, Miguel, Luis) y personajes como: Pedro Miguel Angarita, Luís E. Guzmán, Daniel y Mario González, Roberto Ramírez, José María Oliveros, Atilio Cuartas, Humberto Hajeck, Juan y Miguel Viana, Carlos Parra y Jorge y Álvaro Vargas entre otros.

El impulso, promoción y esfuerzo al deporte de la cesta, exigió nuevos escenarios; Los cuales fueron adecuados gracias a la dirigencia deportiva de Miguel Gutiérrez, Leopoldo Vargas y Jorge Durán, dando como resultado el nacimiento de una nueva generación de basquetbolistas que día a día se daban a la tarea de practicar y enseñar este deporte creando las bases sólidas del baloncesto en Armero, para que más tarde fuera el orgullo en las representaciones y representantes armeritas en escenarios deportivos a nivel Departamental, Nacional y los Estados Unidos, labor que hacía Luis Gutiérrez Zarate en su tiempo libre y la participación de Isabel Gutiérrez de Urdaneta en la selección Colombia; como la participación de lo(a)s armeritas que representaban las Universidades, Colegios, Clubes deportivos mientras continuaban con sus estudios a nivel profesional en diferentes ciudades de Colombia.

Toda una familia, toda una generación, toda una historia en el desarrollo del básquetbol en el municipio, que entre otras gratas anécdotas se corono campeón departamental categoría mayores por tres veces consecutivas y campeón departamental categoría juvenil por dos veces.

Daniel E Gutiérrez M.

   "TURISMO DE NATURALEZA" 

   INFO: 3152078387.  Manuel Portilla. 

Recordar es vivir.

Hace 75 años se graduaba uno de nuestros más recordados docentes y Ex Magistrado de la Republica.

 Por Andres Diaz uribe. 

 

GEOTURISMO

En que consiste.

Para hablar de Geoturismo nos toca remontarnos y conocer la historia del lugar , todo aquello que ha sucedido a través del tiempo en su entorno y lugares circunvecinos, Desde las formaciones geológicas del suelo y su incidencia en la flora, fauna y todo aquello que tenga vida en el lugar.

Los suelos andinos se componen de ablaciones de rocas ígneas y de restos de erupciones volcánicas. (1).

"Todo el valle, el foso interandino de los geólogos es una formación de relleno en pleno procedimiento de descomposición, a ella contribuyeron los deshielos de las cordilleras vecinas apresurando en determinadas épocas el procedimiento, fue el Diluvium, periodo de gran actividad erosiva que subió hasta los contrafuertes de las ramificaciones  central y oriental, así tuvieron origen las famosas formaciones de mesa del Tolima, restos y ruinas de enormes estratos arrastrados y lavados por las corrientes de las aguas y luego arrojados contra todas las encrucijadas de la cordillera. Estos testigos son los que dan la pauta en el fenómeno de erosión a lo largo de todo el valle.Pero como si este gran arrastre y sedimentación no fuesen suficientes, ya en épocas geológicas recientes se formaron los aluviones, fue la llamada época Aluvial que ha continuado y continuará con esa gigantesca tarea de transporte, cuyas consecuencias, sufrimos actualmente." (2).

"El volcán Nevado del Ruíz es solo uno de los mas de 15 edificios volcánicos ubicados en la cordillera central de Colombia. Está clasificado como estratovolcán es decir que su formación obedece a la acumulación de capas de lava, ceniza, pumita y otros productos volcánicos.

Su estilo eruptivo es de tipo vulcaniano, lo que significa que produce erupciones de corto periodo de tiempo (días, meses,y en raras ocasiones años) acompañados de caida de material piroplástico.

En el caso particular del Nevado del Ruíz, a pesar de ser un voñcán ubicado en un país tropical, su parte mas alta está cubierta de nieve, lo que permite una vez esté en erupción, el material piroplástico que sale por el conducto volcánico derrita la nieve produciendo flujos de lodo que se conocen como lahares, que cuando se enfrian se solidifican y son tan resistentes como el concreto.

En 1595, cuando nuestro país era el Nuevo Reino de Granada, el Nevado del Ruíz cobró las vidas de 636 habitantes de la región debido a un flujo lahar encausado por los rios Lagunillas y Gualí,arrasando todo a su paso.Otro evento se registró en 1845 cuando otro flujo de lahar inundo la parte superior del valle del rio Ñagunillas, causando la muerte de al menos 1.000 personas.

Aunque parezca inaudito, Armero fue construido sobre los depositos volcánicos de la erupción de 1.845. Todo ese pasado, sumado a lo ocurrido en 1985, ha hecho de las erupciones volcánicas del Nevado del Ruíz una de las que mas victimas ha cobrado en el mundo.

(1). Página 58 del libro Valles de Colombia.

(2). Página 112 del libro Valles de Colombia.

(3) https://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-16429628>

En base a lo anterior El valle de Armero se constituyó en uno de los más fértiles de Colombia y por ello la gran bonanza agroindustrial que vivió Armero hasta el 13 de Noviembre de 1985.

"SERVICIOS DE TURISMO E U" ha creado una  de los primeras Georutas en el norte del Tolima visibilizando y mostrando toda esa idiosincrasia Armerita que se vivió hasta el dia en que Armero desaparece. Mostramos territorio, comunidad y atractivos en nuestro recorrido que dura 3 dias, iniciando en Murillo con las termales de la Cabaña, recorriendo luego las zona histórica de Honda, Mariquita, Ambalema, ruinas de Armero y finalizando en las antiguas minas de Santa Ana en la Ciudad Perdida de Falan.

Manuel Portilla.

 

El Recuerdo.

Que tiemblen este día las piedras una vez más, que la noche se haga más oscura, que el silencio de las calles olvidadas retumbe de tal manera que causare angustia o nos de la alegría.

No hay olvido, ni existen corrientes lo suficientemente fuertes para borrar, para eliminar de la tierra un pueblo que se resiste a desaparecer.

Una vez más, una fecha que nos produce tristeza, pero desentraña el recuerdo que aún existimos, que aún esperamos por nuestros padres, por nuestros hijos, por nuestro terruño.

Una vez más recordemos a Armero, una vez más no permitamos que el olvido también entierre lo que nos queda, el recuerdo.

 

David Felipe Morales.